Tratamientos y Terapias Modernas para la Espondilitis Anquilosante

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Espondilitis Anquilosante: Causas, Síntomas y Tratamientos

Funciones de la Columna Vertebral

La columna vertebral constituye el eje central del esqueleto humano y tiene varias funciones cruciales. Sostiene el cráneo, protege la médula espinal y los nervios que se dirigen a las extremidades. Además, la columna dorsal se articula con las costillas formando la caja torácica, la cual protege el corazón, los pulmones y los grandes vasos sanguíneos, facilitando también la respiración.

Estructura de la Columna Vertebral

La columna vertebral está compuesta por un conjunto de huesos llamados vértebras, organizadas en cinco partes:

  • Siete vértebras cervicales que forman el cuello.
  • Doce vértebras dorsales que, junto con las costillas y el esternón, componen la caja torácica.
  • Cinco vértebras lumbares.
  • El sacro, que se une al resto de la pelvis mediante las articulaciones sacroilíacas.
  • El coxis, también conocido como rabadilla.

Entre las vértebras se encuentran los discos intervertebrales, que permiten la flexión y torsión de la columna en casi todas las direcciones, especialmente en las regiones cervical y lumbar.

¿Qué es la Espondilitis Anquilosante?

La espondilitis anquilosante es una forma de artritis en la que se inflaman las articulaciones y los ligamentos de la columna vertebral. Esta inflamación causa dolor y rigidez y puede llevar a la fusión de las vértebras, lo que resulta en una pérdida de flexibilidad. La enfermedad generalmente inicia en las articulaciones sacroilíacas y progresa hacia la espalda, el pecho y el cuello.

Se trata de una enfermedad crónica e inflamatoria que varía en gravedad de una persona a otra. Aunque no tiene cura, el diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado pueden ayudar a controlar los síntomas y frenar el progreso de la enfermedad. La espondilitis anquilosante también puede afectar otros órganos, como el ojo, el corazón y los pulmones.

¿A quién afecta?

Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), la espondilitis anquilosante afecta a entre el 0.5% y el 1% de la población, con una incidencia de siete casos nuevos por cada 100,000 habitantes al año. Es más común en hombres y generalmente aparece entre los 20 y 30 años de edad, aunque puede comenzar en la niñez.

Causas de la Espondilitis

La causa exacta de la espondilitis anquilosante no se conoce. Sin embargo, existe una predisposición genética, ya que la mayoría de las personas que la padecen tienen el gen HLA-B27 positivo. Este gen puede provocar una respuesta inmune anormal a ciertos gérmenes. Además, algunas bacterias intestinales podrían jugar un papel en el desarrollo de la enfermedad.

Síntomas de la Espondilitis Anquilosante

La espondilitis anquilosante es una enfermedad crónica que cursa en brotes, con períodos de actividad y de remisión. Los síntomas principales son dolor inflamatorio y rigidez, especialmente en la base de la columna. Otros síntomas incluyen:

  • Dolor crónico en la zona lumbar, nalgas, caderas y muslos.
  • Rigidez matutina.
  • Inflamación y fusión progresiva de las vértebras.
  • Dolor e inflamación en hombros, rodillas, tobillos, dedos de pies y manos.
  • Inflamación de las entesis (puntos donde los ligamentos y tendones se fijan a los huesos).
  • Inflamación de la caja torácica, afectando la capacidad de respirar.
  • Fiebre, cansancio y pérdida del apetito.

Afectación en Otros Órganos

Dada su naturaleza sistémica, la espondilitis anquilosante puede afectar otros órganos, tales como:

  • Inflamación ocular (iritis o uveítis).
  • Problemas cardíacos por inflamación de la aorta.
  • Alteraciones en los pulmones debido a la pérdida de elasticidad del tórax.
  • Fracturas por compresión de las vértebras debilitadas.
  • Asociación con psoriasis o enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.

Tratamiento de la Espondilitis

Aunque no existe una cura, los tratamientos actuales se centran en aliviar los síntomas, prevenir deformidades y mejorar la calidad de vida del paciente. Las opciones de tratamiento incluyen:

Tratamiento Farmacológico

  • Anti-inflamatorios no esteroides (AINEs) como la aspirina y el ibuprofeno.
  • Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) y agentes biológicos.
  • Uso puntual de corticoesteroides en brotes graves.

Ejercicios de Fisioterapia

Los ejercicios pueden aliviar el dolor y la rigidez, mejorar la fuerza y aumentar la flexibilidad. El programa debe ser adaptado a cada paciente e incluir actividades aeróbicas y ejercicios de fortalecimiento y extensión.

Cirugía

En casos severos, la cirugía puede ser necesaria para reemplazar articulaciones dañadas o enderezar la columna vertebral.

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